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Una jubilada paga a plazos 4.330 euros de agua y luz por una okupa en su piso: «Dejé de comer y dormir y sufrí un ictus»

La dueña de la vivienda tiene que asumir también gastos de abogado para conseguir recuperar la llave y terminar con una pesadilla de nueve meses

La Policía de Elche frena a cuatro okupas gracias a una llamada anónima

Inmueble del piso okupado a la jubilada en Alicante JUAN CARLOS SOLER
José Luis Fernández

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Los quebraderos de cabeza por tener la vivienda con okupas a veces perduran años después de recuperarla, no terminan con el desalojo del intruso. Así lo está sufriendo una jubilada de Alicante, que debe afrontar el pago de 4.330 euros de agua y luz que ha consumido la intrusa. «Dejé de comer y de dormir y a la semana me cogió un ictus», recuerda, sobre las secuelas de esta experiencia.

Hasta llegar a ese extremo en el que le empezaba a costar su propia salud física -además de psicológica, obviamente- y que todavía sigue «arrastrando», María C. G. ha tenido que soportar varios años de pesadilla y tensiones. Y, en el origen de todo, un gesto generoso con exceso de confianza.

Como ella y su pareja vivían en otro barrio, tomaron una decisión que luego trajo consecuencias inesperadas. «El piso estaba cerrado y a mi marido le dio pena un hombre medio indigente y me dijo 'déjalo' que se meta», rememora el principio de sus problemas.

Pero aquel primer inquilino, que «de vez en cuando pagaba algo de dinero, cuando podía», murió hace cuatro años, y entonces se lo alquiló a otro, que «quería los papeles para quedarse en España», por lo que necesitaba su cooperación con los trámites, pero la jubilada no accedió. «Dejó de pagar, aunque estuvo seis meses más, y al final me llamó para decirme que fuera a por la llave, pero me encontré dentro a otra persona, la metió de okupa y ahí me cogió el ictus», relata.

La tensión llegó al máximo: «La Policía me obligó a irme de mi casa porque al parecer esa mujer tenía más derecho a estar en mi casa que yo, me querían llevar presa».

Después de este «lío de miedo», como lo describe esta pensionista, se ha tenido que «meter en abogados» y tribunales. «Al ver que no me venía ningún papel fui al juzgado y vi que al juez no le parece grave que tenga una okupa en mi casa», se lamenta, además de culpar «a este Gobierno que deja a los okupas que entren en las viviendas».

Al menos, con ayuda jurídica, ha conseguido que le «arreglen» el fraccionamiento del pago de esas facturas de luz (1.500 euros) y agua (2.830) en cuotas de 40 euros al mes, con lo que tiene para años. Y el final «feliz» -entre comillas- es que ha conseguido por fin recuperar la llave de su vivienda. Continuará abonando esos gastos corrientes, pero ya no serán por el consumo de la okupa, que ha estado nueve meses sin aportar ni un euro.

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