Conectados, pero aislados

Reconozco que, por ahora, no he utilizado ni una sola vez ChatGPT. Muchos me acusarán por ello de falta de curiosidad, pero la curiosidad no es infinita: a esos forofos de lo nuevo, les preguntaría si ellos han tenido curiosidad por leer a Albert Caracoo Julián Ríos, o por conocer el nombre de las plantas. Mi amigo Jean-Louis Kuffer, escritor suizo, nada más aparecer ChatGPT le puso a escribir poemas, que compartía en Facebook, con mezcla de asombro e ironía. Y Jorge Carrión, siempre atento al último grito, escribió junto a ChatGPT una novela. Me parece muy bien, y respeto ese interés por lo nuevo; a muchos, el interés por lo viejo les parece una tontería. 

Me contó un amigo que le dio por preguntar a ChatGPT quién era Mario Martín Gijón, y me envió la respuesta por WhatsApp (tengo WhatsApp desde hace medio año; reconozco que es práctico, pero habría podido sobrevivir sin él). Dicha respuesta me adjudicaba libros que no he escrito, entre ellos José María Cumbreño. La poesía como resistencia. Menudo cacao mental tenía esa pobre Inteligencia Artificial, pues aunque aprecie la labor de Cumbreño como editor, nunca escribí sobre su lírica. 

Me contaba un alumno del Máster (y uno de los mejores) que él utilizaba ChatGPT continuamente, por ejemplo para practicar el alemán. En mi época lo que se hacía era buscar una pareja de tándem, una Erasmus alemana, por ejemplo. No sé si los jóvenes de hoy han salido ganando, me da a mí que no. 

El otro día leí un reportaje sobre la “podredumbre cerebral” y cómo el consumo masivo de contenidos triviales deteriora las capacidades cognitivas. Vamos, que lo de que pasarse horas viendo reels de TikTok o Instagram atonta no es una forma de hablar, sino un hecho constatado científicamente. Y por otra parte, nos aísla, cuando estamos más pendiente del móvil que de quien tenemos al lado. Decía una tan joven como genial Hannah Arendt, en su tesis doctoral sobre «el concepto de amor en San Agustín», que anticipa las ideas que la harían famosa con Los orígenes del totalitarismo, que «el terror solo puede gobernar de modo absoluto sobre personas que estén aisladas unas de las otras y, por eso, el primer empeño de cualquier gobierno tiránico es aislarnos, el aislamiento es el suelo más fértil para la tiranía». Y si quienes mandan en las redes sociales son gente como Elon Musk, ni te cuento. 

Mario Martín Gijón es escritor.